Presentación

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11 dic 2010

Día 20: Viena (I)

23/09/10

Empieza el día dedicado a los museos. Si bien mi objetivo principal era hacer la ruta hasta Viena, el de Bea era llegar a Viena para ver los cuadros de Klimt.

Tras un ruidoso desayuno, no demasiado fuerte porque hoy no se va a pedalear (que raro se nos hace eso), salimos de la pensión hacia la estación de tren.

Lo de ruidoso viene porque en un comedor donde, como siempre, el silencio es bestial, que dos o tres personas sorban la leche/te... hace que se escuche hasta en la calle, y encima sin poder reírte a mandíbula batiente.

Vamos a la estación (Westbahnhof) porque en la oficina de información que hay te puedes sacar una tarjeta (válida para tres días), con la que puedes utilizar cualquier transporte público, tienes descuentos en entradas de museos, etc.



Nosotros en dos días rentabilizamos ese dinero de sobra.

Plano de metro en mano vamos al Museo Belvedere y llegamos antes de que abriesen las taquillas.





Ser de los primeros hizo que pudiésemos tener el museo casi a nuestra disposición...


No creo que Bea pueda olvidar los 10 minutos a solas delante de El beso de Klimt (impresionante cuadro, por cierto). Y una vez terminada la visita a este edificio, visitamos el Untere Belvedere, al otro lado del parque.


El segundo museo de la mañana era el Albertina. Al ir en tranvía ya nos pudimos hacer una idea de que iba a ser imposible no estar dando vueltas a todas horas por esta ciudad.


Lástima que debido a un acto de Louis Vuitton no pudimos ver una zona del museo, porque tenían reservadas unas salas....

Y ya era la hora de comer, así que mientras buscamos un lugar donde dejarnos caer, pudimos seguir viendo curiosos rincones de la ciudad.

Josephplatz

Michaelertrakt

Iglesia de S. Miguel

De casualidad encontramos el restaurante Lebenbauer con alternativa vegetariana  (lástima que el servicio fuese tan lento). Cuando terminamos de comer un pequeño paseo para llegar a la plaza del Ayuntamiento (impresionante edificio)

enfrente del cual se encuentra el Burgtheater.


Por la tarde nos quedaban un par de museos más por ver en el lugar que se conoce como el Museums Quartier. No tuvimos que andar demasiado para llegar; así aprovechamos para atravesar la Maria-Theresien Platz,


plaza en la que hay dos edificio casi gemelos. A un lado el Museo de Historia Natural


y al otro el Museo de Historia del Arte.


Mucha gente en el Museums Quartier. Imaginamos que entre que esos museos cierran más tarde (a las 22 h), bastantes terrazas para tomar algo y, sobre todo esos curiosos bancos tendrían algo que ver.



Primero visita al museo Leopold


y luego al Mumok.


Tras semejante empacho de cuadros, esculturas, láminas, etc. lo mejor fue descansar un rato aprovechando los bancos de colores.


Y que justo el detalle que estaba pintado en el que pillamos libre...


El hambre volvía a apretar... Por suerte encontramos un Subway que estaba justo enfrente del gigantesco edificio de la Ópera.


Con las pilas cargadas para el último arreón, nos metimos por la zona peatonal del centro, hasta llegar a la catedral de S. Esteban.




Y se hizo la hora de volver hacia la pensión. Antes pasamos por la estación de tren para solucionar la vuelta a Donaueschingen. Teníamos dos opciones:
  1. Volver en un día: salida de Viena a las 8 y llegada a Donaueschingen sobre las 22, con 6 transbordos.
  2. Vuelta en dos días: se tendría que hacer noche en Ulm para llegar a Donaueschingen, al día siguiente a las 10. Sólo se tenía que hacer un transbordo en Salzburgo.
Elegimos la segunda opción ya que con la primera nos iba a ser más difícil encontrar alojamiento, porque a esas horas, aunque avises que llegas tarde, no suelen admitir gente.

Compramos los billetes hasta Ulm (232,80 € con las bicis incluidas) y de cabeza a la pensión a preparar algo de cena, que ya se nos había pasado la hora hacía rato.

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